El libro de Herman Hesse titulado “Indignaos”, publicado en España en marzo de 2011 en plena crisis económica, social y política, provocó una actitud de indignación y rebeldía en la sociedad española, principalmente en los jóvenes, que pronto llenó las plazas de la mayoría de nuestros pueblos con eslóganes contra las políticas de austeridad de los partidos mayoritarios como “no nos representan”, “lo llaman democracia y no lo es”, “no somos mercancía de políticos y banqueros”, “los políticos nos mean y los medios dicen que llueve”, “no tenemos pan para tanto chorizo” y otras muchas que mostraban el malestar de las clases populares.
Este ambiente de indignación y cabreo impulsó, no a las cúpulas políticas ni sindicales, sino a miembros del pueblo que padecían en sus carnes los efectos de la crisis, a preparar, a través de reuniones, asambleas de barrios, asociaciones vecinales, sindicalistas de base y personas en general, una marcha a Madrid de todos los afectados por la crisis económica de las regiones de España.
El lema escogido para corear en las marchas conectaba con las necesidades y reivindicaciones de las personas más afectadas por la crisis, PAN, TRABAJO, TECHO y DIGNIDAD. Era una marcha inclusiva, abierta a la participación de toda la ciudadanía, unitaria, en la que no cabía ningún protagonismo.
Se organizaron varias columnas compuestas de hombres y mujeres, jóvenes y mayores caminando por las diversas carreteras de toda la geografía española, encabezadas por la única bandera diseñada para esta ocasión, un grupo de personas en actitud de caminar, que atravesaron centenares de ciudades, pueblos y aldeas, cuyos habitantes salían emocionados a recibirles con abrazos, llantos y alegrías.
Los responsables de la mayoría de asociaciones ciudadanas progresistas de estos pueblos se encargaron, unos de preparar el avituallamiento, otros de proporcionarles el alojamiento y en la mayoría de ellos se celebraban manifestaciones y asambleas con participación de las gentes del lugar, quienes exponían sus problemas y a las que se les invitaba a la gran manifestación del día 22 de marzo en Madrid.
Fue emocionante y espectacular la entrada y el encuentro de las diversas columnas en la plaza de Atocha de la capital. De aquí partió la gran manifestación a la que se unieron los llegados en los 570 autobuses de los pueblos, muchísimos habitantes de Madrid y todos, en un ambiente festivo y reivindicativo, con música y canciones, de manera pacífica, con familias enteras, con miles de pancartas representando a la mayoría de pueblos de España, llenaron la plaza de Colón, como no se había conocido en su historia, ya que calcularon casi dos millones de asistentes.
El actor Wily Toledo y la periodista Olga Rodríguez leyeron el manifiesto y representantes de las diversas columnas expusieron las necesidades de su zona y alentaron a la multitud a seguir luchando por el pan, el trabajo, el techo y la dignidad.
HOY, diez años después, recordando aquella marcha unitaria y viviendo peor situación de desigualdad y pobreza, conscientes del peligro de involución en nuestra sociedad, llamamos al espíritu unitario de las Marchas de la Dignidad, para seguir gritando y luchando por el PAN, EL TRABAJO, EL TECHO y LA DIGNIDAD.
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