Que no se quiere no, aunque si se puede; es evidente que a los políticos elegidos para representarnos, les importamos una puñetera mierda. El “y tú más”, no es más que una pequeña gota en mitad del océano que les cobija sus turbias aguas. Porque de sentimientos hablamos ya a estos niveles, en que nos hacen comulgar con la habitual rueda de molino de los imposibles. Con la utopía hemos topado amigo Sancho. Mientras Sancho se tumba a la bartola, que siempre se deja tumbar; la falta de criterio, y el exceso de griterío, nos deja sordas a las mayorías simples. Qué simples que somos las mayorías, o qué simples nos permiten ser. No queremos más que vivir en paz; vivir lo que es vivir la vida, como si tal cosa fuera un imposible, un reto, una quimera. Vivimos inmersos en el mundo de la mentira, anexos a los territorios en los que nos dejan circular los poderes fácticos; cada día más estrechos, cada día, menos territorio y más terriblestorios. Es lo que nos dejan, lo que nos tienen permitido usar, sin pasarnos. Estos temibles seres, tan superdotados, tan superhéroes, tan supermagníficos, aún nos permiten la vida, con minúsculas y encerrada entre paréntesis, como esperando a ser aprobada por sus magnánimas presencias.
Hoy, que el planeta arde por los cuatro costados, que perdemos la mayor reserva y la mejor garantía de nuestra existencia; nuestros magnánimos representantes, se otorgan el poder de dirimir sobre quién y cuando han de existir. Estamos apañados, dejando nuestro futuro en manos de los Trump, Macrón, Putin, Sánchez…De siempre; auténticas marionetas de un poder que se nos ha venido ocultando; ese poder en la sombra, poder que todo lo puede; hasta imponernos un orden global.
Pero persistimos en nuestro empeño (persistís) (permitir que me excluya), de hacer valer al que menos vale, de dar poder a quien menos puede, de otorgar licencia a quien los poderes se la han de otorgar.
Difícilmente se puede construir nada sobre cimientos que se desmoronan, sobre bases tan poco sólidas, sobre mentes tan podridas, tan vendidas, tan mediatizadas.
El Amazonas en llamas, nos queman el corazón de la Tierra, y no se mueve nadie en el mundo, no pasa nada. Estaba anunciado, estamos tan cerca de entonar nuestra última letanía; que de poco nos va a servir el entonarla; un leve suspiro en la mitad de un cosmos que nos observa boquiabierto, circunfléjico, asombrado.
Aún nos dejamos sorprender por los últimos datos que nos sirven los medios, por la cercanía que nos concierne, cuando nos concierne; que algunos, ni eso. Perdonar que esboce una triste pero sonora carcajada.
Estos señores a los que aludimos ahora y en cualquier momento de la historia; nunca han hecho nada (salvo honrosas excepciones). Qué esperamos que nos solucionen quienes crearon el problema?
Ya se que estas torpes letras no llegarán muy lejos, no buscaba eso cuando empecé a escribirlas. Tan solo eran y son parte de la historia que nunca escribimos los de abajo; parte de la historia jamás contada. Porque la historia que traspasa los tiempos, siempre fue la historia de los que nos cuentan la historia, los que nos han incluido en este triste cuento de “La lechera”. Y “siempre me queda real y medio”; tan real como la realeza con que nos premian, por ser buenos vasallos. Quien me preguntó si quería serlo? Cuando?
La naturaleza seguirá su curso; hoy he leído que el planeta nos sobrevivirá a la especie humana; que pena que no sepamos ser uno con el espacio en que hemos reposado nuestros sueños, nuestras realidades, nuestras bases, nuestras vidas. Que lástima que, como especie más evolucionada, no hayamos sido capaces de dar una continuidad a nuestra propia historia; que no hayamos sido capaces de seguir con la vida en el planeta que nos dio la vida.
Derrotista? Me podéis llamar como queráis, la verdad está aquí al lado, a la vuelta de la esquina, y la esquina está, cada vez, más cerca. No van a valer las lágrimas postreras, lo veníamos avisando; no van a valer el rasgarse las vestiduras, ni entonar plegarias de última hora; porque la última hora, será la hora de decir adiós, definitivamente a la vida que hemos conocido. Difícil mente vamos a poder seguir la charla, el aire lo va a impedir; será otro aire, la vida lo va a impedir; será otra vida, en la que, es posible, que estemos sobrando.
Mientras tanto, nos entretienen con las mutuas desconfianzas entre los más afines para formar gobierno, La Amazonía, arde; Canarias, arde; Siberia, arde; el Ártico, se derrite…Nuestra existencia, tal cual, se empieza a evacuar por el sumidero de la historia; pero, que más da? Hemos vivido tan de puta madre, mientras nos puteábamos entre nosotros, que no ha lugar a una sucesión en la Humanidad, y nos seguimos llamando humanos a día de hoy.
(A Mar Hurtado, en quien he ido descubriendo un ser humano de los que necesitamos muchos con urgencia.)
ue no se quiere no, aunque si se puede; es evidente que a los políticos elegidos para representarnos, les importamos una puñetera mierda. El “y tú más”, no es más que una pequeña gota en mitad del océano que les cobija sus turbias aguas. Porque de sentimientos hablamos ya a estos niveles, en que nos hacen comulgar con la habitual rueda de molino de los imposibles. Con la utopía hemos topado amigo Sancho. Mientras Sancho se tumba a la bartola, que siempre se deja tumbar; la falta de criterio, y el exceso de griterío, nos deja sordas a las mayorías simples. Qué simples que somos las mayorías, o qué simples nos permiten ser. No queremos más que vivir en paz; vivir lo que es vivir la vida, como si tal cosa fuera un imposible, un reto, una quimera. Vivimos inmersos en el mundo de lentira, anexos a los territorios en los que nos dejan circular los poderes fácticos; cada día más estrechos, cada día, menos territorio y más terriblestorios. Es lo que nos dejan, lo que nos tienen permitido usar, sin pasarnos. Estos temibles seres, tan superdotados, tan superhéroes, tan supermagníficos, aún nos permiten la vida, con minúsculas y encerrada entre paréntesis, como esperando a ser aprobada por sus magnánimas presencias.
Hoy, que el planeta arde por los cuatro costados, que perdemos la mayor reserva y la mejor garantía de nuestra existencia; nuestros magnánimos representantes, se otorgan el poder de dirimir sobre quién y cuando han de existir. Estamos apañados, dejando nuestro futuro en manos de los Trump, Macrón, Putin, Sánchez…De siempre; auténticas marionetas de un poder que se nos ha venido ocultando; ese poder en la sombra, poder que todo lo puede; hasta imponernos un orden global.
Pero persistimos en nuestro empeño (persistís) (permitir que me excluya), de hacer valer al que menos vale, de dar poder a quien menos puede, de otorgar licencia a quien los poderes se la han de otorgar.
Difícilmente se puede construir nada sobre cimientos que se desmoronan, sobre bases tan poco sólidas, sobre mentes tan podridas, tan vendidas, tan mediatizadas.
El Amazonas en llamas, nos queman el corazón de la Tierra, y no se mueve nadie en el mundo, no pasa nada. Estaba anunciado, estamos tan cerca de entonar nuestra última letanía; que de poco nos va a servir el entonarla; un leve suspiro en la mitad de un cosmos que nos observa boquiabierto, circunfléjico, asombrado.
Aún nos dejamos sorprender por los últimos datos que nos sirven los medios, por la cercanía que nos concierne, cuando nos concierne; que algunos, ni eso. Perdonar que esboce una triste pero sonora carcajada.
Estos señores a los que aludimos ahora y en cualquier momento de la historia; nunca han hecho nada (salvo honrosas excepciones). Qué esperamos que nos solucionen quienes crearon el problema?
Ya se que estas torpes letras no llegarán muy lejos, no buscaba eso cuando empecé a escribirlas. Tan solo eran y son parte de la historia que nunca escribimos los de abajo; parte de la historia jamás contada. Porque la historia que traspasa los tiempos, siempre fue la historia de los que nos cuentan la historia, los que nos han incluido en este triste cuento de “La lechera”. Y “siempre me queda real y medio”; tan real como la realeza con que nos premian, por ser buenos vasallos. Quien me preguntó si quería serlo? Cuando?
La naturaleza seguirá su curso; hoy he leído que el planeta nos sobrevivirá a la especie humana; que pena que no sepamos ser uno con el espacio en que hemos reposado nuestros sueños, nuestras realidades, nuestras bases, nuestras vidas. Que lástima que, como especie más evolucionada, no hayamos sido capaces de dar una continuidad a nuestra propia historia; que no hayamos sido capaces de seguir con la vida en el planeta que nos dio la vida.
Derrotista? Me podéis llamar como queráis, la verdad está aquí al lado, a la vuelta de la esquina, y la esquina está, cada vez, más cerca. No van a valer las lágrimas postreras, lo veníamos avisando; no van a valer el rasgarse las vestiduras, ni entonar plegarias de última hora; porque la última hora, será la hora de decir adiós, definitivamente a la vida que hemos conocido. Difícil mente vamos a poder seguir la charla, el aire lo va a impedir; será otro aire, la vida lo va a impedir; será otra vida, en la que, es posible, que estemos sobrando.
Mientras tanto, nos entretienen con las mutuas desconfianzas entre los más afines hoy.
(A Mar Hurtado, en quien he ido descubriendo un ser humano de los que necesitamos muchos con urgencia.)
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