Pocas cosas diferencian al animal humano del resto de animales, al margen de la más visual, la física, es en un pequeño resto donde podemos englobar sutiles diferencias. Es quizás la pertenencia a un grupo la que podríamos decir que más nos une con el resto de animales, aunque es en el animal humano también la más compleja, nos unimos no solo por razas sino también por multitud de grupos diferenciados ya sean estos de tipo familiar, laboral, religioso, nacional etc. ¿en esta necesidad de sentirse identificados y arropados en algún grupo está incluida la de pertenecer al género humano que debería englobarnos a todas? Si somos lo mismo genéticamente como podemos observar con indiferencia el rechazo y odio en algunos casos a quienes tienen otro color de piel, otra nacionalidad, otra religión que nada tienen que ver con lo que más debería identificarnos, la pertenencia al llamado ‘’género humano’’.
Durante este tiempo de confinamiento y soledad una gran mayoría nos preguntábamos si sería posible mejorar en todas y cada una de nuestras apreciaciones anteriores para intentar hacer un mundo mejor, más solidario entre nosotros, respetuoso con el medio ambiente y con el resto de animales. En muchas ocasiones han sido imágenes terribles las que nos han dado una pequeña pista sobre como esas inmensas ganas de dar un vuelco a cada miseria compartida durante décadas nos respondía con contundencia a la pregunta ¿será ahora posible otro mundo?
El miedo y la angustia ante lo desconocido nos convierte en salvajes protectores de las carencias que hemos ido acumulando en nuestro interior sin apenas darnos cuenta, la necesidad de culpar a quienes sentimos diferentes y ajenos a los grupos con los que más nos identificamos, la necesidad de imponer formas de pensamiento, cultura o tradiciones al resto, la necesidad de poseer sin necesitar… No, dudo mucho que salgamos mejores de una situación que hemos sido nosotros precisamente quienes la hemos propiciado con nuestra insultante prepotencia e indiferencia ante la destrucción a la naturaleza y al resto de animales, cogemos lo que queremos y cuando queremos aun sin necesitarlo, las ansias de posesión sean estas cuales sean y al precio que sean sin pensar que todo lo que nos rodea es una inmensa cadena en la que si cae un eslabón antes o después terminarán cayendo poco a poco el resto de eslabones, por pura inercia.
Es ese poco a poco el que nos mantiene alejados de una realidad que nos golpea ya con contundencia y de la que aún así somos incapaces de aprender.
No, dudo mucho que cambiemos….
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