Cuando no quede espacio en las colinas y las esquinas del mundo se cierren, cuando el sol se esconda en la sombra que proyecta, y el suelo ceda ante el cielo, cuando no quede nadie, y todos hablen de ello, cuando sepa describir lo que siento, cuando pueda pensar más allá de las verdades o las mentiras, cuando el río arrastre el tiempo que nos queda, no nos faltará nada, pues las falacias serán ciertas.
German Ñiguez | 10 feb 2019

Cuando no quede espacio en las colinas y las esquinas del mundo se cierren,
cuando el sol se esconda en la sombra que proyecta, y el suelo ceda ante el cielo,
cuando no quede nadie, y todos hablen de ello,
cuando sepa describir lo que siento,
cuando pueda pensar más allá de las verdades o las mentiras,
cuando el río arrastre el tiempo que nos queda,
no nos faltará nada, pues las falacias serán ciertas.
El todo en un frasco de cristal que tiembla en el borde del alféizar,
el viento hace tiritar el vidrio, pero este se aferra,
los añicos estallan con el impacto que aterriza,
y un fulgor de luz sólida proyecta un cielo en guerra.
Lágrimas de barro por la vida en la tierra,
silencio se masca, y el público se amedrenta.
mazos de poder en el umbral de la puerta,
convocan la entrada de la injusticia en tu hacienda.
Cien sílabas describen el dolor que arremete,
y cada una de ellas talla un lamento perenne.
Pero no temas a sus gritos, Ulises caduco,
pues en este océano las sirenas van de luto.
Con el goteo del tiempo todo minuto se hunde,
los pasos sobre la arena se convierten en llanuras que cubren,
los ojos de fuego no refulgen odio sino hambre en sus llamas,
y sus fauces salivan un líquido que las colma y las derrama.
(Ilustración de Mikyung Lee)

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