Está en tu venenosa esencia, implícita la traición innecesaria, el abyecto aguijón de la mentira, el desprecio absoluto del amor. Descargas el hacha de tu siniestra sonrisa, fulminando una amistad rendida.

Antonio Baeza | 18 sep 2019

Está en tu venenosa
esencia,

implícita la
traición innecesaria,

el abyecto aguijón
de la mentira,

el desprecio
absoluto del amor.

Descargas el hacha
de tu siniestra sonrisa,

fulminando una
amistad rendida.

Qué poco te importa
que sufra

quien consoló tus
horas más tristes,

quien estuvo a tu
lado,

quien te dejó el
hueco necesario.

Está en tu
naturaleza deshonesta,

tomar ventaja en
ocultas cartas marcadas,

fijar las reglas y
quebrarlas.

Aquí, sobre este
pecho buscaste refugio,

ahora, tus garras
ponzoñosas,

buscan impías hacer
presa imposible;

no existe puerto
para cobijar tanto desdén.

Tu eterno juego de
volver a abrir la herida,

nada te otorga poder
sobre mi suerte;

sublimó sin darte
cuenta, sin quererlo,

había aprendido y
comprobado

la inestable ciénaga
que te basa.

Te elevas a olimpos
que degradas,

escupiendo el hedor
que exhala tu altivez.

Está en tí
arraigada la soberbia,

parásita en la
inocencia que has robado.

No existe en ti
atisbo de vergüenza,

tu egoísmo devoró
tu libertad;

tu orgullo; la
verdad, la ilusión y la esperanza.

Tu nombre es más
falso que la máscara,

que oculta la trampa
de tu ser.

Deja un comentario