Sin prisas, constante el paso definitiva la sonrisa y su media risa comedida como su figura decidida a crear un nuevo espacio, caminando absorto entre castaños, con el rumor del río cercano; alejándose del sol mediterráneo que emerge en la tibia madrugada.
Antonio Baeza | 14 may 2020

Sin prisas, constante el paso
definitiva la sonrisa y su media risa comedida
como su figura decidida a crear un nuevo espacio,
caminando absorto entre castaños,
con el rumor del río cercano;
alejándose del sol mediterráneo
que emerge en la tibia madrugada.
Sendas de montes te han mirado sorprendidas,
no te esperaban allí a esas horas;
te han mirado curiosas golondrinas
raseando tu frente con su vuelo.
Dejabas atrás el ajetreo cotidiano,
la ilusión siempre de cambio;
la mano siempre de amigo,
la palabra del que sabe por haber callado.
Despacio; pero resuelto
a ser cercano y ser amable;
dispuesto a devolver amor
aún herido en lo más hondo.
Con el dolor hace palomas blancas
que vuelan etéreas como ángeles
y pancartas que claman por derechos.
La palabra suena en rompeolas apartados,
con suave espuma que parte el horizonte.
Nos veremos de nuevo “maestro”,
visitando los lugares que nos vieron,
renovando primaveras en las flores,
paseando y no pasando
que la huella no hace al paso,
que es necesario quedar adentro,
que es preciso soñar creando,
que volar no es sólo para pájaros.

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