Sus dueños ya no pueden hacerse cargo de ellos por la edad, sus hijos «tampoco pueden».


María C.Betanzos | 2 dic 2023
De vuelta de una mañana de paseo por las Salinas, sentada en el porche con mis amores jugando (si, jugando, aunque parezca increíble) no puedo evitar pensar en todos los animales que son abandonados.
Cada uno tiene una historia detrás, una triste historia siempre.
La historia de mis amores es triste, sus dueños ya no pueden hacerse cargo de ellos por la edad, sus hijos «tampoco pueden».
Los dan en adopción, pero en lugar de dejarlos en su casa de toda la vida esperando al adoptante, los entregan a una protectora, salen de su casa, no vuelven a ver a sus dueños, de pronto se ven con otros perros, ya no duermen en su casa junto al calor de sus dueños.
Cuando piden adopción conjunta preferentemente, nadie los quiere adoptar juntos,pero todo el mundo quiere uno.
Eso no es amar a los animales, eso es «¡Uy! un pomerania, quiero uno!
Eso es el egoísmo de querer un perro de raza sin importar los sentimientos del animal al ser separado de su hermano, ellos caminan juntos, se paran y se dan besitos, se quieren muchísimo, separarlos habría sido someterlos a otro dolor más, estaban recién separados de sus dueños, y la gente quería separarlos también, eso es egoísmo, si de verdad los quieres te pones a pensar por lo que han pasado y sacas de donde no hay para darle un hogar a los dos juntos.
Cada día estoy más «in love» con ellos, son obedientes, y ya empiezan a verme de manera diferente.

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